La gardenia se desarrolla como arbusto muy ramificado y puede
alcanzar una altura cercana a los dos metros, presentando hojas con forma oblonga o lanceolada y de color
verde oscuro intenso y brillante, y las flores crecen de primavera a verano en la axila de las
hojas o en el ápice de las ramas, y son de color blanco o crema.
El cultivo de esta exquisita planta requiere tener en cuenta
una serie de factores, comenzando por la ubicación que se la dará. Por lo general se puede seleccionar un sitio con pleno sol, aunque es aconsejable que se encuentre protegida por una
media sombra para un mejor desarrollo.
La gardenia agradece que se la críe en un sustrato fértil y
húmedo con un buen drenaje, con alto contenido de hierro y con un pH de entre 5,0 y 6,0.
Esta especie se multiplica por esquejes, y puede plantarse en primavera o en otoño, cavando un agujero tan profundo como el conjunto de raíces y
tierra (cepellón) de la plántula y dos o tres veces más ancho que aquél. Si el suelo está en muy mal estado, se debe modificar con una pequeña antidad de compost.
Se retira la pequeña planta del envase original y se coloca
en el hueco, el que se llena hasta la mitad con tierra y luego se riega
bien para eliminar las bolsas de aire en el suelo. A continuación se deja drenar el agua y se termina de llenar el hoyo con tierra, regando luego profundamente.
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